lunes, 14 de abril de 2008

El cuerpo en el encierro


En tiempos actuales, a puertas de la publicación de los textos de la nueva constitución, necesarios pensamientos los de Camacho. Su libro, obligada lectura para políticos del poder constituido y del constituyente, para la ciudadanía sobre todo.El cuerpo en el encierro: metáfora duplicada de un cuerpo encerrado en otro disímil. Cuerpo Travestí, identidad desplazada, afirmación de género en la paradoja represiva.

El estudio-diario que Margarita Camacho presenta en Cuerpos Encerrados Cuerpos Emancipados, lejos de una complaciente etnografía cultural aporta las bases necesarias para una discusión urgente en este Ecuador de la participación ciudadana y la toma de decisiones desde las periferias. Aunque el incómodo sitio de la academia como discurso frente a ontologías de la diversidad sexual es la necesaria armazón racional que sustenta esta palabra, este discurso, se aboca como único medio posible -nunca mejor dicho- para la reflexión de una realidad desconocida por negada, por invisible, por no verbalizada, por huida.

La representación travestí, débil canchón donde poder vivir el apretado tránsito por este mundo, vuélcase en el escenario diáfano del encierro. Aquel encierro que permite, por contingentes, subescenarios del domino y la subalternidad de los y las sujetos disfuncionales, que con su preformática sustentan las relaciones de poder (por las propias relaciones de poder) y reproducen el paradigma cosificado que atenta en el exterior.

El encierro: doble espejo que bifurca la mirada de una propia realidad interior y exterior: doble exterior. Afuera, la cuidad se cuela en forma de luces y noticias. La ciudad convalidada por la exclusión de los encerrados, se bautiza constantemente con la enunciación de las políticas de represión –que no de rehabilitación-, que perfecta e impunemente reproducen y visibilizan las prácticas de corrupción y política del blanco gobierno de la blanca ciudad. Entremuros: papeles, sellos, palabras, cuchillos, “corbatas”, comités, guardianes, son el abecedario necesario que representa lo que afuera son credenciales, periódicos, sueldos, partidos, gobiernos, iglesias: formas de ajustar las cuentas. Más adentro, entre celdas, campean confusas solidaridades con solidarias confusiones, traiciones y cuerpos que nacen en un borrón judicial. Nacimientos truncados, mujeres de probeta de plástico, hombres regresivos de una mujer imposible.

Una mujer que retrata una vivencia. Sólo puede hacerlo desde lugares abigarrados del estudio de género, la narrativa de la vida explicada desde la academia. Este punto es quizá el más incómodo de este ensayo sobre travestís en el ex penal García Moreno, no por pobre o incompleto, sino por su arte político en la representación de una realidad a conocer. Conocimiento por una representación, realidad en subalternidad desde la academia, per aspera ad astra. Sin embargo es interesante la elucubración de una ciencia social, hija de la santa madre ciencia en nombre de la cual se han cometido las mayores atrocidades sobre cuerpos irredentos de lo desconocido en sexo y género e incluso en sexualidad. De ahí que es sin lugar a dudas una apuesta personal, desde un lugar concreto de la mirada de la autora donde se acomodan las perspectivas prismáticas que multiplican la compleja verdad de un individuo transgénero o travestí.

No hay crítica posible sin una propia confesión, desde mi travestí burguesa, el libro se abre curioso y en extensión de un imaginario dedo, denuncia este propio travestismo como un ejercicio burgués que nada tiene que ver con aquel escape ilusorio de estos cuerpos encerrados a los que no les queda otra opción humana que la emancipación.

Borges se repetía a sí mismo –palabras de la viuda María Kodama-, constantemente, una idea hermosa: decía que si todas las herramientas inventadas por el hombre son, cada una de ellas, una extensión de la mano humana. Una extensión de una destreza, de un aprendizaje, de un proceso exacto de la evolución. La herramienta una extensión de la mano, entonces los libros, ¿los libros qué son? Una extensión del pensamiento.

viernes, 11 de abril de 2008

¿Desánimo?

Al parecer los compañeros andan ocupados... o será que el tema o la mecánica no les motiva. Tal vez haya que plantear cambios, el cuerpo no debe ser un ancla ; y la dinámica puede evolucionar... (vernos mejor en un bar con cervezas, por ejemplo). En todo caso creo que es el momento de alimentar el proyecto y de sincerarnos sobre la real implicación que le podemos acordar. Pienso que este "trabajo" necesita de un compromiso constante y regular, de modo que creo que debemos tomar decisiones en relación a quienes quieren verdaderamente implicarse. Todo esto, evidentemente, bajo los parámetros que el mismo colectivo proponga y se auto-imponga.
A.B.