jueves, 28 de febrero de 2008

en torno al cuerpo

Este es el primer proyecto que invita a la reflexión sobre textos, imágenes, vídeos, danza, técnicas corporales que giran sobre las ideas de cuerpo y corporalidad. La propuesta es montar un conjunto de sentidos dialogantes, en un laboratorio de producción artística interdisciplinaria; el cual receptará las propuestas personales, las que, a su vez, serán intervenidas por el colectivo.
Este laboratorio se plantea, además, un trabajo desde la afectividad como valor de uso inmaterial que produce redes sociales y evidencian expresiones de la comunidad, por un lado. Por otro, una labor sobre los posicionamientos del ego al permitir, como individuo, filtrar las ideas de los otros en proyecto propio inicial.

Son tres los ejes sobre los cuales se trabajaría:
A) El cuerpo como construcción y posición política.
B) El remontaje del cuerpo con la ciencia y la tecnología.
C) El cuerpo como soporte híbrido.

//∼ “lo que tiene extensión limitada y produce impresión en nuestros sentidos por calidades que le son propias” (Diccionario de la Real Academia). El comienzo es una experiencia, la del cuerpo en su identidad de, en y por la carne. Luego, fundamento para la existencia del sujeto; luego luego, pulsador social: el ser humano está en comunicación con los otros diferentes cuerpos simbólicos que le otorgan sentido a la existencia colectiva.

Mediador entre el adentro y el afuera, entre el sujeto y el mundo, el cuerpo es la zona de conversión, depositaria de historia social e individual; donde nos reconocemos y conocemos a los otros en los límites del ser. Pensar en el límite y frontera es pensarse a uno mismo en la semejanza y la diferencia del otro.

A) EL CUERPO COMO CONSTRUCCIÓN

1.- El cuerpo para el psicoanálisis (Lacan a brochazo gordo).

El cuerpo no coincide con el organismo, sino que es una fabricación. En principio, el niñ@ posee un organismo funcional fragmentado; pues se auto percibe en segmentos. Pero pronto este niñ@ se identificará con una imagen externa, la cual se captura desde el espejo o desde la imagen de otro niñ@; entonces la completitud aparente de esa imagen, da un nuevo dominio del cuerpo a la constitución del yo. Y es a través de esta forma alienante que se produce la identificación en el registro de lo Imaginario, donde esta imagen del cuerpo, valga la redundancia, viene a imperar sobre todo. De ahí derivaría la importancia del campo visual y de la relación especular en la construcción y proyección del cuerpo como identidad. Este es el inicio de un proceso que dura toda la vida y que consiste en la caracterización de uno mismo en términos del otro.

El registro de lo Simbólico es el poder y principio organizador, es el conjunto de redes sociales, culturales y lingüísticas en las que nace un niño. Este registro está mediatizado por el lenguaje, es el lenguaje el que construye al sujeto y lo inserta en una trama cultural. La construcción de un cuerpo dentro de este registro, radica en el corte que la palabra opera sobre el objeto, porque es por medio de la palabra que uno piensa, razona, se comunica, se apropia de lo real. Así se separa el cuerpo del organismo y se lo envuelve de sentidos, por ende, de relaciones.

El tercer registro es lo Real, es el objeto mismo; el cual carece de sentido porque lo Real es aquello que no se puede expresar como lenguaje, lo que no se puede decir, no se puede representar, porque al re-presentarlo pierde su esencia de objeto. En lo Real del cuerpo, Lacan sitúa el lugar del goce: el goce tiene que ver con las relaciones que establece un sujeto deseante con un objeto deseado, y el monto de satisfacción que él puede experimentar del usufructo de dicho objeto. Lo Real está siempre presente pero continuamente mediado por lo Imaginario y lo Simbólico.

Así, en la construcción del sujeto lacaniano, existe un cuerpo Imaginario que se refleja, un cuerpo Simbólico que se nombra y un cuerpo Real que goza, tres registros que se anudan en una estructura dinámica organizada.

2.- Los géneros y las nuevas corporalidades.

Desde la sociología entendemos bien que el cuerpo ha sido siempre conceptualizado y articulado según los diferentes discursos culturales. Si bien se define como cosa de la naturaleza, el cuerpo es siempre transformado en un signo de cultura por códigos de género e identidad, por los estereotipos y los roles que se transmiten a lo largo de la historia. La sexualidad, según Foucault, es una de las metáforas iluministas de la modernidad, una herramienta bio-política de dominación, una maquinaria constructora de cuerpos y subjetividades.

La armazón social y política se regula sobre las concepciones de lo masculino y lo femenino: sus representaciones, su creación y recreación en las etapas formativas de la infancia y la adolescencia, en los espacios sociales del hogar, trabajo y diversión. El género deviene un filtro cultural precodificado con el que interpretamos el mundo, es un andamio que sostiene espacios donde se confrontan referentes simbólicos heterosexuales.

Entonces se puede usar el cuerpo como un texto en donde otr@s pueden leer su masculinidad o feminidad, porque es un escenario sobre el que se desarrollan las relaciones humanas. Este escenario, en la actualidad, es la unidad de distancias remotas entre las sexualidades disidentes; donde el horizonte de lo transgenérico se convierte en una producción de género absolutamente diseminada, que traza un mapa de coaliciones abiertas y ensamblajes de toda índole distribuidos en el derecho a la diferencia.

Somos nuestro cuerpo, nuestro cuerpo es lo que hacemos y lo que el poder nos induce a hacer. La propuesta emerge como un nuevo campo de tensiones de las nuevas subjetividades y nuevas corporalidades abiertas desde el hito del feminismo y por ende la resignificación de la masculinidad, las teorías queer, gays, lesbianas, travestis, transexuales, bisexuales, que evidencian otras retóricas donde "lo privado es público" y "lo privado es político" en la lucha por su visibilización.

B) LA REINVENCIÓN DEL CUERPO

Los crecientes avances de la ciencia y la tecnología en la época contemporánea determinan corporalidades altamente intervenidas. Esta tecnologización de las experiencias cotidianas establece nuevas formas y conceptos en torno a la idea de cuerpo como experiencia, vida, límite, creación y formatos de producción. Las áreas de la estética, el diseño, la informática, la realidad virtual, el vídeo, la ingeniería, la bioingeniería, la medicina, amplían las antiguas fronteras y penetran nuevos espacios. Por esto se vuelve necesario pensar y desarrollar las ideas de cuerpo tecnologizado, reconstruido, recomportado en un panorama complejo, donde los cruces y la transversalidad de las ideas permitan entender la constitución contemporánea de la corporalidad y su subjetividad.

Por una parte, nunca el cuerpo ha devenido tanto en signo objeto de consumo, en un icono de intercambio. Este organismo funcional y disciplinado, para el trabajo, es el cuerpo para la publicidad, blanco certero del mercado. De allí su condición de objeto de culto, de objeto de inversiones, en higiene, estética, en la simbología; de allí el pánico a su deterioro, a la vejez. Es un cuerpo de partes y piezas intercambiables, reducibles o ampliables; al cual, paralelamente la medicina, las técnicas de nanotecnología y clonación proponen una salida contra el paso del tiempo. Se llega casi al mito de la juventud eterna, se desafía, por tanto, las limitaciones del cuerpo único.

Por otra, esta endeble distinción entre la máquina y el ser humano, fomenta una concepción del cuerpo-máquina. Las máquinas se contagian con virus y nuestros cuerpos se reformatean con cirugías e implantes externos e internos, creando una continuidad entre lo orgánico e inorgánico. Los aparatos interactivos y cibernéticos se convierten en prótesis integradas en nuestros cuerpos y mentes y constituyen un lente a través del cual nos redefinimos. Así por ejemplo, el morph, el cyborg, el híbrido, nos conducen a corporalidades mutantes de unión, fusión, licuefacción de las partes que se pueden aumentar, extender, potenciar en sus capacidades físicas, emotivas y sensitivas.

Desde una tercera perspectiva, está el tema del cuerpo en el ciberespacio, su proyección, su traslación más allá de las limitaciones espaciales a las que estamos acostumbrados. Se pone en cuestión la noción de cuerpo en su aspecto tangible, dejar atrás el cuerpo real, material y relacionarse con los otros, no importa las distancias, ni las limitaciones físicas existentes, porque virtualmente se trocan posibles. En el ciberespacio, se despliega esa dimensión imaginaria en donde el cuerpo, sus marcas, sus posibles estigmas, dejan de contar en el encuentro; experiencia que repercute en la fantasía, generando la ilusión de una existencia descorporeizada y multipresente.

Este cuerpo interconectado, desmaterializado, se reencarna en la red, con la ventaja de poder ser continuamente modificado al generar nuevas relaciones, nuevos avatares. El concepto avatar en Internet, hace referencia a los cuerpos virtuales, incorporados por usuarios que asumen de esta manera múltiples identidades. Mientras el concepto de remix, que ampliamente se ha difundido en la cultura del DJ, se refiere a la idea de mezcla, anexión, copy-paste, como prácticas visuales performativas, que nos permiten entender las representaciones de cuerpo y subjetividad como formas sumatorias de la materialidad a la imagen constitutiva.

C) EL CUERPO COMO SOPORTE.

En este punto, la idea es realizar trayectos conceptuales que problematicen la relación entre danza y tecnología corporal, estableciendo también relaciones con la corporeidad que sirve de soporte a una estructura significante en el performance. El cuerpo como escritura: de qué forma este comunica lo imposible de expresar con la palabra. Es expandir el conocimiento hacia lugares no disciplinares, que nos permitirán armar una forma conceptual desde lo híbrido y lo intermedio, en un formato que se cruza constantemente y que se mantiene en constante movilización. De esta manera, nos enfrentaríamos a una forma de producción que se aloja desde la articulación de las disciplinas y que busca articular y abrir procesos de experimentación en la producción escénica.

En esta época del ser contingente e interpretable, el sujeto se reconoce en la ausencia de un destino prefijado, pero existente dentro de un discurso. Somos códigos genéticos, somos escrituras matriciales en el ordenador, somos direcciones potencialmente variables en el e-mail; podemos adoptar roles sociales divergentes, podemos transformar nuestro sexo, nuestro género, nuestra identidad, podemos construir/deconstruir nuestro cuerpo sin órganos, sin determinación. Vivimos en el tiempo que permite la contradicción constante entre procesos. Es la época de la identidad como puro artificio; que consecuentemente, nos lanza al reto de la experiencia de una subjetividad no esencialista, de una corporalidad mutante, de una malla de relaciones infinitamente posibles.

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