Este ejercicio que estamos trabajando en Buenos Aires reflexiona acerca del cuerpo subjetivo, como llegamos a cuajarlo, como nos reconocemos como individuos.
Es una apropiación del cuerpo, a la vez que un reconocimiento de el cuerpo como territorio propio.
el tatuaje marca al individuo con símbolos que hablan de su procedencia, de su memoria o de sus gustos, con la huella de estos símbolos el cuerpo se transforma, adopta una vestimenta de otro orden, se transforma en un cuerpo culturizado (civilizado).
El tatuaje puede denotar estigma o prestigio, de una forma u otra el cuerpo que lo lleva adquiere otra significación al inscribirle con un lenguaje visual en la piel hasta la muerte. Se le da al cuerpo desnudo otra categoría, se lo recubre de un manto que proyecta su subjetividad.
en las culturas donde esta permitido, normalmente la palabra “tatuaje” es sinónimo de “surco”, el arado y la aguja son partes fundamentales de su vida. Estas mismas culturas sostienen que un cuerpo sin tatuajes es un cuerpo estupido, un cuerpo sin historia.
Apropiándonos de estas construcciones culturales, queremos producir una obra que denote el cuerpo saliendo de ese estado prehistórico.
En las imágenes producto de este ejercicio se quiere tratar las metáforas de cuerpo desnudo=tierra salvaje, y cuerpo tatuado=tierra sembrada.
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